jueves, 12 de enero de 2012

ARTÍCULO SOBRE LA LECTURA


¿QUÉ  ES  LEER?

   Desgraciadamente, las bibliotecas no paran de afanarse en promover programas de animación a la lectura. Ya sé que se trata de una gran ayuda, pero esto también significa que la citada actividad educativa ha iniciado una peligrosa caída en barrena, al igual que un avión al que le empiezan a fallar los motores.
   ¿Cuánta gente lee en realidad? Os invito a realizar una rápida estadística a ojo avizor entre vuestros conocidos. Yo la he hecho y sólo me salen 3 personas. Y he tenido en cuenta a más de 100. Tan siquiera con mis libros consigo una excepción, tengo a más conocidos que no han mostrado mayor interés (quizás por aquello de que nadie es profeta en su tierra) que los que se han tomado el esfuerzo de leer al menos el primer capítulo de una de mis novelas. Muchos pensarán que estoy exagerando. ¡Qué más quisiera yo! La única explicación que encuentro es que la lectura está dejando de estar de moda.

     La mayoría de la gente dice que lee, pero eso es solamente porque no saben realmente lo que significa leer. La verdadera lectura es, simplemente, una sencilla y gratificante actividad de ocio. Al igual que practicar algún deporte o ir al cine. Por tanto, tengan en cuenta que existen numerosas excepciones donde, aunque uno se encuentra leyendo, no se pueden calificar como lectura. Por ejemplo, cuando leemos un libro de texto, en realidad estamos estudiando y no leyendo; cuando leemos un periódico, estamos informándonos y no leyendo; cuando leemos un libro que nos han mandado en el instituto, estamos haciendo deberes y no leyendo; y cuando repasamos una revista del corazón, estamos cotilleando y no leyendo.
   La gente que lee lo hace exclusivamente por placer. Lo hace para entretenerse, divertirse o sorprenderse. Éste debe de ser el motivo principal. De tal modo que la literatura que satisface la necesidad de leer debe buscar, por encima de todo,  pasar un buen rato y entretener al que coge un libro. Si no me dejo nada en el tintero, los únicos géneros literarios que responden a este patrón son únicamente la poesía, la novela y el teatro (me refiero al leído, pues las representaciones in situ son otra cosa); el ensayo, pese a quien le pese, lo catalogaría como actividad didáctica, aunque a veces no nos enseñe nada en absoluto; sin embargo, su principal objetivo es éste último.
   Recalculando pues la anterior estadística con las debidas correcciones, apuesto a que ya no conocen a tanta gente que lea. Por ello algunos nostálgicos están tratando de salvar a la lectura con los famosos programas de animación, eufemísticamente hablando, pues parece que quieren animar a algo que supone un esfuerzo. Y no debe de ser así. Se deberían llamar, por ejemplo, “programas para compartir el placer de la lectura” o cualquier otra cosa por el estilo. Quizás la gente se percate de los matices y huyan de una actividad de ocio para la que los tienen que animar. ¡Con lo vagos que nos estamos haciendo hoy día!
   De todos modos, dudo que con cambiarle el nombre a estos programas baste para salir de la caída en barrena. La poesía y el teatro ya se han estrellado estrepitosamente. ¿O acaso conocen ustedes a un mínimo de gente que lea "estas extrañas artes del pasado"? Tampoco pretendo culpar a nadie. Supongo que todo es fruto de la evolución del ser humano dentro de las sociedades desarrolladas. Cada vez tenemos más actividades de ocio. Y, de ellas, las basadas por ejemplo en la tecnología, nos están comiendo gran parte del pastel. Lamentablemente, el único sitio donde he visto a la gente leyendo por la calle es cuando estuve en el metro de Madrid. No me cabe duda de que éstos sí que lo hacen por placer, pero es una pena que se estén convirtiendo en una especie en extinción.




Diego Almansa Ortega.